Este es el título que se le puso a un documental emitido
hace ya tiempo por RTVE cuyo tema central era la denominada “Obsolescencia
Programada”.
Este término, pese a surgir allá por los años 30, ha ido
cobrando popularidad en los últimos años, cuando producto del capitalismo y sus
mercados, las empresas han establecido planes de fabricación que tienen el
objetivo de acortar la vida útil de los productos.
Es un paso atrás para el ecologismo. Un ecologismo del que
presumen las empresas más derrochadoras e insolidarias del planeta. Especial
atención le voy a prestar a la empresa Top por excelencia: la internacional Apple
del desaparecido magnate de la informática Steve Jobs.
Apple, con su símbolo de la manzana, una imagen de lo más
natural y ecológica, es experta en sacar el mayor beneficio de la tecnología
que desarrolla cara al público, sin remordimiento de sus modos de conseguirlo. Mientras
se presume de eficiencia ecológica, Apple produce residuos tóxicos desde sus
fábricas de China a niveles ilegales, crea vertederos tóxicos en África,
destruyendo los pocos depósitos naturales de agua de las regiones sureñas, y
reduce al mínimo la vida de sus productos.