Un 11 de Marzo de 2004 se producía en Madrid la peor catástrofe de carácter terrorista de la historia nacional. Desde entonces el 11-M es una jornada de recuerdo y homenaje a las víctimas como no podía ser menos.
365 días tiene un año normal, 366 un año bisiesto. Los trabajadores están en su derecho de unirse y salir a la calle para alzar la voz en protesta contra la reforma laboral, pero no este 11-M. Este 11-M ha de ser un día de solemnidad, la única unión posible es la que concentre toda su fuerza en el apoyo a los familiares del atentado y a las víctimas del terrorismo en general. Porque los muertos también merecen un respeto. Duele comprobar que la economía se impone al sentimiento y la solidaridad.
Los sindicatos, sabe Dios si por provocar o hacer más mediática la manifestación por la reforma laboral, han ignorado cualquier tipo de dramatismo y han faltado al respeto de los comprometidos con el homenaje al 11-M y al trabajo de la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo).
Yo lanzo una pregunta al aire: ¿los sindicatos de parte de quién están?
No luchemos entre nosotros, es innecesario, ¡protestemos cuando sea adecuado y no cuando nos ordenen!
En esta ocasión, la elección del 11 de Marzo por las organizaciones sindicales para convocar sus manifestaciones no ha hecho más que dividir a la población en torno a dos causas de igual importancia. Vergonzosa gestión, no hay nada más que decir.
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